A partir del siglo XVI las ciencias naturales iniciaron un periodo de rápida expansión, marcado por una capacidad explicativa-predictiva cada vez mayor. Esto inspiró a un número creciente de científicos sociales para quienes el camino recorrido por las ciencias de la naturaleza era la ruta correcta hacia la construcción de un saber del hombre y su sociedad, digno de ser denominado ciencia. Siglo y medio después de que los pioneros en tal línea de pensamiento —Comte y J. S. Mill— entregaron al público sus obras; los balances no son homogéneos pero concuerdan en que una ciencia social capaz de explicar y predecir, tal y como lo hace la Física o la Química, no ha sido construida aún. La Economía, rama del conocimiento social de la cual se esperaba el más acelerado progreso hacia el éxito de las ciencias naturales dista de haber logrado tal objetivo. Consecuencia de ello es el surgimiento de dos grandes posiciones: una que confía en que eventualmente, conforme avance su construcción teórica y fortalecimiento empírico, las ciencias sociales se acercarán al ideal, y otra que defiende que este fin no solo es inalcanzable, sino que adicionalmente, ir en su búsqueda es contraproducente. Este ensayo presenta un breve análisis de algunos rasgos generales de este debate.